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El futuro del futuro de los museos
A un lado del icónico MoMA
se levanta otro organismo paralelo que lejos de hacerle competencia
multiplica exponencialmente su número de visitas. Su valor no reside en
robarle espectadores, sino todo lo contrario: lo complementa. La web
institucional del museo, en este y en otros muchos casos alrededor del
mundo, es ya una plataforma asentada de acceso al contenido artístico,
un medio de difusión y también de educación. Con las redes sociales, las
tecnologías 2.0 han abierto nuevas vías de gestión cultural, en las que
por primera vez se proporciona al espectador una línea directa para el
diálogo y la participación, a través del ordenador o cualquier
dispositivo móvil, dentro y fuera del recinto expositivo.
Podría parecer de cajón, pero lo cierto es que ni lejanamente todos los
museos hacen uso pleno de las herramientas digitales al servicio de sus
clientes. Mediamusea,
proyecto dedicado al estudio analítico de estas cuestiones, calcula que
en España de los más de 1.500 centros públicos y privados existentes
solo un 1,6% utiliza aplicaciones móviles y un 1,3% se ha embarcado en
la aventura de los QR, esos códigos de barras pixelados con los que se
puede aportar información ampliada sobre, por ejemplo, una pieza
expuesta. “Hay muchos museos a nivel local y provincial que ni siquiera
tienen web”, explica Soledad Gómez. “Son sobre todo los grandes centros
los que están empezando a trabajar”.
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