Autodidactas de Oscar
¿Cuáles son las instituciones básicas para que una comunidad se constituya como tal? Pues a bote pronto se nos ocurren la escuela, el hospital y …. la biblioteca pública.
¿Y cual es la institución que ofrece un acceso realmente igualitario y sin distinción de clase, procedencia o edad a la cultura? La respuesta se repite. Y precisamente esa fue la institución gracias a la cual algunas de las figuras históricas más importantes marcaron su impronta en su tiempo. ¿Con qué herramientas?, pues con un simple carné de biblioteca y unas inmensas ansias de descubrir el mundo que les rodeaba.
Políticos como el presidente Abraham Lincoln, que creció en territorios fronterizos muchas veces sin acceso a colegios, y que gracias a su afán por devorar libros se formó como persona y futuro político. El líder por los derechos civiles Malcolm X, que proveniente de una familia desecha, terminó en la cárcel a los 20 años, y fue gracias a las lecturas que consiguió en las bibliotecas de las penitenciarías, que se convirtió en un luchador clave para los derechos de la población negra.
El escritor Jack London, hijo ilegítimo que conoció una infancia muy pobre en Londres, de cuyas penurias solo pudo salir gracias a la ayuda de un bibliotecario que le animó a leer y aprender. La autora de La edad de la inocencia, Edith Warthon, que aunque hija de una familia rica, su condición de mujer le impidió acceder a una educación como la de sus hermanos; pero que ella subsanó gracias a su compulsivas lecturas de la biblioteca de su padre y su institutriz.
Y muchos más que aparecen citados en el blog Learning without Limits (Aprendiendo sin límites), del que tomamos para concluir la frase pronunciada por el escritor Ray Bradbury:
“Gasté tres días a la semana durante 10 años educándome a mí mismo en la biblioteca pública, y es mejor que la universidad. La gente debería educarse a sí mismos, puedes conseguir una educación completa sin dinero”
Algunas de estas figuras hicieron del autodidactismo una palanca con la
que cambiar sus vidas, y mejorar la época que les tocó vivir, gracias a
tener cerca una biblioteca pública. Todo ellos fueron autodidactas
merecedores de Oscar, como nuestra favorita en la quiniela de los Oscars
para cortos de animación de este año: The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore, una maravilla que ilustra como pocos ese lado luminoso de la razón que ilumina al mundo y por el merece la pena lucir una camiseta amarilla para defender a las bibliotecas.
Fuente: brmu.blogspot.com.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario