jueves, 3 de abril de 2014

Libro recomendado del mes: Jardines errantes. Cartas a J.C. Lambert 1952-1992, de Octavio Paz

 Hace unos años, con motivo de su décimo aniversario luctuoso, se lanzó este libro compuesto por cartas inéditas que Octavio Paz envió durante un periodo de más de cuarenta años al poeta y traductor Jean-Clarence Lambert. Pasado el tiempo, los libros y los homenajes viene bien recordarlo desde la intimidad epistolar, sitio donde se descubre a personalidad sorprendente.

Los protagonistas de este intercambio se conocieron en 1951 después  una exposición de Rufino Tamayo presentada por André Breton en París. En aquel entonces, Octavio Paz trabajaba como secretario en la embajada  mexicana y no era muy conocido en Europa fuera de la élite cultural. Su creciente obra no había sido traducida al francés, hasta que del encuentro con Lambert surgió un entendimiento lo suficientemente fuerte para que éste último se dedicara paulatinamente a recrear (un término que el autor de Libertad bajo palabra prefería sobre el de traducción cuando de poesía se trataba) sus trabajos más importantes.

 El trabajo diplomático de Paz lo llevó a saltar de un país a otro continuamente; Japón, la India, Estados Unidos, Inglaterra, Suiza, además de México, fueron algunos de los lugares en donde residió. La comunicación entre estos dos hombres tuvo que darse entonces, por correo. La mayoría de los textos se enfocan en la toma de decisiones editoriales así como de publicación: correcciones de las versiones al francés, conformación de antologías poéticas, pago de derechos, creación de proyectos literarios (como el de las revistas Plural y Vuelta), etc. Dicha parte puede carecer de interés para el lector casual, lo interesante está en lo que rodea a esos apuntes profesionales, concretamente las líneas que Paz dedica a la reflexión y donde confluyen  la fraternidad, la cultura, la vida y hasta los consejos amorosos haciéndolo siempre en un tono relajado, el que distingue a un diálogo entre amigos. Seguramente Paz jamás imaginó que eta correspondencia de carácter personal terminaría siendo leída, años después, por el público general. De haberlo sabido, quizás la vanidad y su sentido perfeccionista le hubieran impulsado a hacer modificaciones y omisiones, no tanto de estilo, sino por el sentido: en especial para mantener intacta la imagen férrea que se suele tener de él.

 La erudición en su rostro más amable, así podría calificarse a esta serie de cartas que resumen las virtudes de Octavio como amigo: profundo, cortés, atento, guía, consejero, … algunas que junto a la sensibilidad y el compromiso, también conforman al poeta.

Fuente: Revistaspazz

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